Voto en «blanco»

Voto nulo y PRI esencial

[…] El desencanto con los partidos, el gobierno y la política nace de su proverbial ineficacia. No han sido capaces de asumir un gobierno dividido, menos aún de producir un proyecto de futuro de largo plazo que se sostenga más allá de los periodos electorales. Una ruta que nos saque de la postración y el subdesarrollo. Y son los partidos los únicos agentes posibilitados de generar ese acuerdo en lo fundamental. No lo hacen, no sirven. Los proyectos “societarios”, creo, son un sueño más.

Los abstencionistas definitivos, ni modo, han decidido dejar que ese 30 o 35 por ciento de votantes decida cómo integrar la Cámara de Diputados y las alcaldías en juego. Muchos abstencionistas creen que así “castigarán” a los partidos. Los del voto nulo, en cualquier modalidad, creen lo mismo: que los políticos se enteren que repudiamos su existencia en los términos en que ejercen la política. Es por supuesto una ingenuidad creer que esos “castigos” van a modificar la política y los partidos. Nada cambiará por el hecho de que fuera 20 o 10 por ciento de los electores quienes configuren la composición de la Cámara: cualquier cifra será tomada por los elegidos como la cifra electoral realmente existente y posible. Sería legal y cada uno tendrá su silla con tres o con cinco votos. En el sistema político mexicano ningún diputado es responsable frente a los electores, de modo que abstenciones y votos nulos les importan en la medida en que su voto duro es de distinto tamaño. Se crea así una división más entre los partidos: los del voto duro mayor están más cómodos con una alta abstención y muchos votos nulos.

¿Quiere usted castigar a los “grandes”?: vote por un chico. Vea cuáles son negocios familiares (el Verde que, además, está contra la vida), vea cuáles son rémoras oportunistas colgadas de los “grandes”, piense y vote. No va usted a ganar, va a darle espacio a voces nuevas: experimente. Si el voto a los chicos es significativo, quizá los grandes empiecen a pensar en los electores. No hay más que los bueyes grandes para arar y, en lugar de boxear, queremos que aren de consuno por el bien de México.

José Blanco, La Jornada, 2009/06/09